La educación de los niños abarca muchos aspectos diferentes, pero hoy nos vamos a centrar en la Inteligencia Emocional. ¿Qué es la Inteligencia Emocional? ¿Por qué necesita tu hijo o hija aprender sobre ella? ¿Cómo puede desarrollarla? ¿Qué beneficios tendrá en su futuro? Vamos a responder todas estas preguntas.
Normalmente, cuando queremos saber cuán listos somos, recurrimos a un test de inteligencia que evalúa nuestro Cociente Intelectual. Sin embargo, los científicos descubrieron que no existe una sola, como describe Howard Gardner en su teoría de las inteligencias múltiples.
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¿Qué es la Inteligencia Emocional?
Daniel Goleman fue el periodista que popularizó el término de Inteligencia Emocional, acuñado por los investigadores Peter Salavoy y John Mayer. ¿Pero qué es la Inteligencia Emocional y por qué es tan importante enseñarla y potenciarla desde pequeños? Se trata de la habilidad de reconocer, comprender y controlar las emociones propias.
No todas las decisiones que se toman en la vida están basadas en fundamentos puramente racionales. Por ejemplo, nadie elige a su pareja por razones objetivas, sino que son las emociones las que tienen mayor importancia. Por eso es importante que a los niños se les eduque desde pequeños y así poder tomar las mejores decisiones en su futuro.
La infancia es un momento perfecto a la hora de enseñar capacidades y habilidades y que se vayan desarrollando conforme crecen. Además, es una época de la vida en la que las emociones toman un gran protagonismo, por eso es importante que sepan cómo lidiar con ellas.
¿Cómo empezar a enseñar Inteligencia Emocional a tus hijos?
Lo primero para conseguir una buena Inteligencia Emocional es reconocer las emociones básicas, y eso se puede hacer con los niños a partir de los 2 años, enseñándole fotografías de personas tristes, enfadas o contentas. Esto es el germen para desarrollar una buena empatía.
Una vez sepan identificar esas emociones en los demás, el siguiente paso es que lo hagan con ellos mismos. Cuando se enfaden, estén tristes o se pongan a llorar, preguntarles qué le pasa e invitarles a expresarlo en voz alta. Por eso es primordial que en la familia haya una buena comunicación y que el niño se sienta cómodo hablando de estos temas.
El siguiente paso es que sepan afrontar esas emociones. Por ejemplo, cuando el niño esté con una rabieta, hay que explicarle que no está bien que grite o rompa cosas, sino que tiene que aprender a controlarse y explicar por qué está enfadado y buscar una solución.
Desarrollar la empatía junto a la Inteligencia Emocional
Dentro de la Inteligencia Emocional, los niños también tienen que aprender a darle valor a las personas de su alrededor y sus emociones y desarrollar correctamente la empatía. Por eso, cuando hagan sentirse mal a alguien, hay que hacerles ver lo que han hecho y preguntarles cómo creen que se sienten los demás al respecto. En definitiva, que aprendan que el resto de personas también tienen las mismas emociones que ellos.
En sus relaciones con los demás, hay que fomentar una escucha activa y enseñarles que hay que guardar silencio cuando otra persona habla y concentrarse en lo que dice, no estar continuamente pensando en lo que van a decir ellos después y no prestar atención a lo que acaba de decir su interlocutor.
En definitiva, la Inteligencia Emocional es una habilidad básica para saber controlar nuestras emociones propias y también afrontar las de los demás con tacto. Por eso es importante que, desde pequeños, se eduque a los niños en este tipo de inteligencia, ya que le será de gran ayuda durante su crecimiento. Y es importante que todas las personas a su alrededor les eduquen en una misma sintonía, desde los profesores de su colegio hasta si tienes una niñera.
¡Hasta la semana que viene!
